Mi amistad con Hien Phap
Hien Phap es el Hermano Momento Presente.
Le conocí en el primer retiro familiar que fui en Plum Village, el centro de meditación budista del maestro Thich Nhat Hanh, situado en medio de campos de vides y girasoles, en el sinuoso valle de la Dordoña en Francia.
El Hermano Presente, que así le llamamos, es un monje joven que hace honor a su nombre. Pocas personas he conocido con esa presencia. Una presencia que uno no se da cuenta de ella si no está dispuesto a verle o tiene la atención focalizada en un asunto concreto. Es una presencia silenciosa, que habla en el momento y la manera precisos, transmitiendo mensajes que a mí me dejaban pasmada al cabo de unos segundos, cuando me percataba de la profundidad del mensaje. Porque el Hermano Presente habla un español básico; eso sí, enriquecido con el vocabulario infantil, porque él siempre estaba rodeado de niños. Si quería encontrar a mis hijos, yo sólo tenía que buscar al Hermano Presente. Tan pronto con su pincel dibujando animales o escribiendo ideogramas chinos que explicaba a los niños, como haciendo una observación de la naturaleza, meditando o jugando al pilla-pilla; ahí estaba entre niños de variadas edades que le escuchaban absortos o le observaban.
Manteníamos él y yo pequeñas conversaciones entre el español y el inglés, porque el Hermano Presente tiene una perseverancia bárbara y siempre me pedía hablar en español, y ya sólo cuando no quedaba más remedio y siempre por mi impaciencia, metíamos alguna palabra en inglés. Y en esas conversaciones que desde entonces mantenemos de vez en cuando, lanzaba sin proponérselo “píldoras para el alma”, que así las llamo yo, porque son pequeñas frases que dice en estado bruto y que van haciendo su efecto a lo largo del tiempo.
Píldoras para el alma que no sólo he recibido yo. Porque el Hermano Presente, a pesar de vivir en su monasterio en Tailandia, tiene una presencia tal que por casualidades de la vida o por sincronicidad, ha llegado al alma de otras personas en momentos críticos vitales.
Este verano quise volver con mis hijos a Plum Village, pero debido a la Covid-19 se cancelaron todos los retiros y no pudimos reencontrarnos. Hablamos por videoconferencia. Recuerdo una de sus últimas frases a tenor del confinamiento, allá por el mes de marzo: “Ser calma y solidez a la vez”.